Un relato estremecedor: “Aprendí que tengo mucho que aprender”
En 2012, al cumplirse seis años del choque que cambió para siempre la vida de Dahiana Trucco, conocimos la historia de la joven santarroseña, testimonio vivo de resiliencia y superación.

La presentación este domingo del documental “Sobrevivientes” realizado por estudiantes de la UBA en el club Atlético Santa Rosa, fue a sala llena y el final aplaudido de pie por el público.
Con tres relatos conmovedores de tres jóvenes que sufrieron diferentes siniestros viales que les causaron distintas discapacidades, los protagonistas comparten cómo lograron salir adelante.
Uno de los testimonios corresponde a una joven santarroseña, Dahiana Trucco, quien en 2012 nos compartía su historia de la siguiente manera:
El relato en primera persona
El 14 de mayo de 2006 mi vida dio un vuelco. El proyecto de vida que había planificado se acababa de derrumbar y con él se fueron oportunidades y sueños.
Para los que no me conocen, mi nombre es Dahiana Trucco, tengo 24 años y ya hace seis que tuve un accidente en moto, el cual me dejó sin la posibilidad de mover mis piernas -y lo que es peor- mis manos y mis brazos. Esto se debió a que mi columna vertebral se fracturó a la altura de la quinta, sexta y séptima vértebra cervical, produciendo una lesión en mi médula espinal.
Es muy escaso el recuerdo que tengo de ese día. Mis papás me contaron que los pronósticos eran los peores, sobre todo por mis dificultades respiratorias.
Fui internada en el Hospital de Urgencias donde me realizaron una cirugía para estabilizar mi columna y salvar mi vida.
Recuerdo que cuando estaba conectada a cables y sondas en terapia intensiva, me imaginaba como que lo que me había pasado era de novela: un accidente causa una paraplejía y después sorpresivamente me levanto de la silla de ruedas.
¿Eso solo pasa en las novelas?, me pregunto. Parece que sí, pero por dentro mis esperanzas siguen intactas. Por el momento voy a seguir averiguándolo…

Siempre pienso en lo rápido que pueden desplomarse algunos sueños y ser rápidamente reemplazados por otros, ¿no?. Lo bueno de esto es que siempre haya algo por lo que vivir y seguir luchando.
Me imaginaba Ingeniera Química de una prestigiosa y conocida fábrica, con una buena economía, hermosa casa y todas esas cosas que uno idealiza. Todo superficial.
Mi mamá me regaló una frase hace poco y voy a compartirla con ustedes: “A veces las cosas no son como tú quieres pero puede que con el tiempo agradezcas tu situación actual porque te llevará por caminos que quizás no hubieras elegido”.
Con esto no quiero decir que agradezco mi falta de movilidad pero sí agradezco que a pesar de todo pude rehacer mi vida, que tuve personas que me contuvieron, muchísimas veces intenté caer pero sin embargo ellos estuvieron ahí para evitar que eso sucediera.
Me emociona fuertemente pensar en mi etapa anterior, donde creí que no soportaría algo como esto. Creo que no nos ponen una carga más pesada de la que no podamos tolerar.
Dios me obsequió una segunda oportunidad y digo “obsequió” porque siento que fue un regalo para mí, no todos tienen esa posibilidad. Este es el motivo de mi lucha y mis ganas de seguir, disfrutando y aprovechando cada minuto como si fuese el último.

Con esto aprendí muchas cosas: aprendí que la mejor manera de apreciar algo es carecer de ello por un tiempo y que nada de valor se obtiene sin esfuerzo.
Aprendí que si tu vida está libre de fracasos es porque no te estás arriesgando lo suficiente y que cada cosa que logré, la había considerado antes como un imposible.
Aprendí que proyectar te proyecta y que a menudo me olvido de lo que aprendo, por tanto debo escribirlo y repasarlo.
Aprendí a valorarme sin sobrestimarme, que el orgullo no lleva a ningún lado y que las apariencias engañan.
Aprendí que debo darme ánimo y pensar que hay muchas más puestas de sol que ver, estrellas que admirar, amigos que visitar, helados por saborear, manos firmes que estrechar, sonrisas que regalar, abrazos para compartir, pensamientos que expresar…
Simplemente aprendí que todavía tengo mucho que aprender.
Poder compartir mi historia con ustedes me emociona mucho y son lágrimas de alegría por el solo hecho de existir.