12/12/2025

El Hotel Viena en disputa: un ícono patrimonial entre reclamos de propiedad y el llamado a preservar la memoria de Miramar

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El pedido de desalojo del Museo del Gran Hotel Viena reabrió un antiguo conflicto sobre la titularidad del histórico edificio de Miramar de Ansenuza. El ex intendente Daniel Cerutti salió públicamente a defender la actuación municipal y a cuestionar la legitimidad del reclamo, afirmando que el Viena es parte esencial del patrimonio cultural de la ciudad y que su preservación se sostuvo, durante décadas, gracias al esfuerzo público.

El Gran Hotel Viena —esa mole de historias, mitos, ciencia termal y recuerdos que custodia la costa de la Laguna Mar Chiquita— vuelve al centro de la escena. Un pedido de desalojo del Museo que hoy funciona en el emblemático edificio activó viejas tensiones sobre su propiedad, su uso y, sobre todo, su pertenencia simbólica a la comunidad de Miramar de Ansenuza.

Frente a esta situación, el ex intendente miramarense Daniel Cerutti decidió romper el silencio y pronunciarse con firmeza. Desde el exterior del país, donde reside desde el año 2000, envió un extenso documento en el que cuestiona el reclamo del supuesto heredero del hotel y reivindica el rol del Estado local en su preservación durante más de tres décadas.

“El Viena estaba abandonado. La Municipalidad lo salvó”

La postura de Cerutti se sostiene en la historia jurídica y material del edificio. Asegura que, según la escritura N. 28239 del 13 de octubre de 1964, las propiedades donde se emplaza el hotel están inscriptas a nombre de Wandorf Company S.A., con sede en Montevideo, tras una transferencia realizada por los sucesores de Máximo Pahlke.

Cuando asumió su primer mandato en 1987 —relata— el hotel se encontraba “abandonado, saqueado, degradado y sin restricciones de ingreso”, representando un riesgo serio para la seguridad de quienes se aventuraban a recorrerlo. En 1988 emitió un decreto que, con aprobación unánime del Concejo Deliberante, habilitó a la Municipalidad a constatar esa situación y a tomar posesión para su protección.

La inspección, documentada por escribanía pública y acompañada de un registro fotográfico aún conservado, derivó en la designación de un cuidador municipal: el recordado Oso Lethinen, figura entrañable para Miramar.
Jamás fue motivo de lucro”, subraya Cerutti. “El Viena tuvo un uso estrictamente de protección y preservación del bien, porque nadie asumió responsabilidad alguna por él.”

Un símbolo que sobrevivió gracias al esfuerzo público

Durante los años siguientes, cuadrillas municipales limpiaron escombros, desinfectaron instalaciones, demolieron sectores irrecuperables y mantuvieron de pie lo que podía salvarse. El edificio, explica Cerutti, fue escenario de actividades culturales, actos escolares y visitas formativas, mucho antes de convertirse en el museo que hoy es uno de los atractivos identitarios de Miramar.

Si hoy queda algo del Viena es gracias a la decencia, lealtad y compromiso total de quienes estuvieron allí”, afirma el ex mandatario, defendiendo el rol comunitario que sostuvo al coloso hotelero incluso después de la inundación de 2003, que lo dejó nuevamente sin protección.

El reclamo de propiedad: un debate que vuelve

Cerutti señala que, durante más de quince años, ningún supuesto propietario se presentó a ejercer control, a reclamar derechos o a actuar en defensa del edificio. Por eso considera “débiles e inconsistentes” los argumentos del heredero que hoy impulsa el pedido de desalojo.
Incluso cuestiona la idea de que se hayan mantenido los pagos impositivos: asegura que jamás se abonaron tasas municipales y que los impuestos provinciales tenían valor simbólico por ser un predio en zona exenta.

El ex intendente también se refiere —con tono crítico— a los intentos de vincular la historia de la familia Pahlke y del hotel con posiciones ideológicas distorsionadas, insistiendo en que tales narrativas carecen de sustento documental y solo enturbian un debate que debería centrarse en lo patrimonial.

“El Hotel Viena es patrimonio de Miramar”

Más allá de las polémicas históricas, Cerutti pone el foco en lo esencial:
El Viena es un patrimonio irrenunciable de Miramar. Las actuales generaciones no aceptarían la indolencia del Estado frente a un bien que simboliza nuestra identidad.

Para él, el camino debe ser el de un acuerdo entre las partes, guiado por la Justicia pero con una premisa innegociable: la preservación del hotel como bien cultural público. Una estructura que concentró modernidad, turismo, termalismo y relatos de época, y que hoy se proyecta como pieza clave en el desarrollo de Ansenuza como destino internacional.

Un debate que define futuro

Mientras la causa avanza y el pedido de desalojo genera inquietud en la comunidad, el Gran Hotel Viena vuelve a recordarle al país su vigencia: no solo como edificio histórico, sino como testimonio vivo de un siglo de sueños, tragedias, esplendor turístico y resiliencia colectiva.

Lo que está en juego, más allá de escrituras, archivos o teorías, es quién tiene el derecho —y la responsabilidad— de custodiar un hito cultural que pertenece tanto a la memoria como al presente de Miramar de Ansenuza.

El autor:

El Diario del Pueblo

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