Néstor Lázaro, el autodidacta que transforma la madera en obras de arte
Oriundo de Arroyito es ebanista desde hace más de 15 años. Sus obras se encuentran en distintos lugares del país y también llegaron a Europa.
Néstor Lázaro es Técnico Químico de profesión, trabajó durante dos décadas en Arcor, pero “la madera siempre fue algo que me apasionó”, afirma mientras expone sus trabajos en la Feria Nacional de Artesanías de Arroyito.
Mantener un diálogo fluido no es fácil: la gente se acerca, lo saludan, lo felicitan, destacan el trabajo en cada una de sus obras expuestas: “No soy mucho de venir a la plaza con los otros artesanos pero este año me propuse estar”, sostiene halagado por tantas muestras de cariño y admiración hacia su arte de parte de los visitantes de la muestra.
Néstor se define autodidacta y asegura que comenzó a tallar “como por accidente” después de que un amigo carpintero le sugiriera hacerlo. Hoy además afirma que la actividad le resulta terapéutica, y que esa terapia lo llevó a descubrir su pasión.
Así fue como comenzó a tallar la madera siguiendo las indicaciones de un libro “que explicaba bastante bien la técnica y cómo se afilan las herramientas”, explica. Más tarde, viendo que su pasión por este arte se acrecentaba, contactó a un maestro ebanista de la ciudad de San Francisco, con quien continúa perfeccionándose.
Ya pasaron 25 años desde que se inició como ebanista y en todo este tiempo ha ido cosechando importantes logros, teniendo la oportunidad de realizar importantes intervenciones y hasta presentó una obra en París: un cuadro del Martín Fierro.
Sus manos son el fiel reflejo del trabajo que implica cada obra emprendida. Con total generosidad, toma sus gubias y comienza a tallar, picar y desbastar la madera para mostrarnos su arte.
Néstor nos explica de las distintas maderas, sus texturas, sus vetas. Las ornamentaciones que va logrando, dejan sin palabras a quienes lo observan.
Aunque son muchas las obras realizadas, desde las más imponentes a las más pequeñas, sostiene que “todas son importantes” y que las hace “de la misma manera”, con la misma pasión. Sin embargo destaca la satisfacción que le significó poder hacer la ermita en el Atahualpa Yupanqui “porque nos llevó mucho tiempo, muchas horas ad honorem, pasamos mucho frío, pero fue importante sobre todo por los momentos vividos”, pondera.
Y también destaca la puerta que le fue encargada para el Museo del ex neuropsiquiátrico de la ciudad de Córdoba que tuvo que realizarla toda de nuevo, manteniendo las rejas originales y el diseño original.
Esa puerta es de 3.5 metros de alto y por su alto grado de deterioro no se pudo restaurar sino que se debió encarar de cero el proyecto: “Es algo imponente, no sé cómo lo hice, es algo increíble”, dice asombrado de lo logrado.