
Un Gesto Enorme
30 camioneros se unieron y le hicieron un regalo inesperado al gomero del pueblo
Son clientes desde hace más de dos décadas de Franco Oberto, quien siempre está dispuesto a arreglarles lo que sea, el día que sea y a la hora que sea. La devolución por parte de sus “amigos” no podía ser menor.

Una linda historia se coronó este sábado en la Gomería “El Filtro” de Franco Oberto, en Villa Santa Rosa. Por iniciativa de Nicolás Beltramo y Héctor Maidana, un grupo de 30 camioneros y cuatro amigos más, decidieron sorprender a Franquito.
Fue mientras estaban en el campo que Nicolás y Héctor coincidieron al hablar de la moto de Franco que “ya no daba para más”, apuntó Maidana en diálogo con El Diario del Pueblo.
Así fue como plantearon la idea al resto de los compañeros donde la respuesta que obtuvieron fue unánime y sorprendente: nadie se opuso a aportar para poder sorprender a Franquito.
“Todos lo apreciamos mucho. Así no tengamos nada roto, vamos lo mismo a la gomería a tomar mates. Uno lleva el azúcar, otro la yerba, y mateamos un rato”, contó Héctor.
Al ver la publicación de la venta de una moto en el pueblo, no dudaron en ir a verla. Era de una señora y estaba en excelentes condiciones. Ahí nomás cerraron el trato, la llevaron, la lavaron, la lustraron y le arreglaron algunos detalles en el asiento para dejarla impecable para su nuevo dueño.
Luego se convocó a todos los que participaron para que el día sábado 27 de agosto a las 11.30h estuvieran en la gomería. No todos pudieron estar por cuestiones laborales, pero unos 20 estuvieron presentes en representación de todo el grupo. La convocatoria de Héctor decía que junto a la sorpresa compartirían una picada, por lo que cada uno debía llevar algo. Y así lo hicieron.

El sábado las condiciones climáticas no eran favorables: mucho viento y tierra, por lo que lo primero que se le ocurrió decir a Franco a verlos a todos en su gomería fue si los había llevado el viento.
Al cabo de algunos minutos, se lo hizo salir al frente donde lo esperaba su nueva moto: “Quedó en shock, sin saber qué decir ni qué hacer. No entendía nada. Todos lo empezamos a aplaudir y a felicitar, a decirle que se lo merece y que era nuestra forma de agradecerle su incondicionalidad. Ahí nomás se le empezaron a humedecer los ojitos…”, describió Héctor con una mezcla de orgullo, satisfacción y emoción.
Después de muchos abrazos compartidos, el grupo de amigos compartió la picada coronando un momento único e inolvidable, donde el valor de la amistad volvió a imponerse por encima de todo.