
Sergio Juárez, el santarroseño que se inició en la Banda Municipal y hoy es músico militar
Tiene 35 años y comenzó con la música a los siete. Instalado en San Juan junto a su familia, comparte su experiencia, sus proyectos, los recuerdos sobre Villa Santa Rosa y su trayectoria dentro de Gendarmería Nacional.

Todos los años, Gendarmería Nacional abre la convocatoria para cubrir vacantes a profesionales de distintas áreas, residentes en todo el país. Así fue como Sergio Juárez presentó su postulación, inició todos los trámites, presentó toda la documentación y aprobó el concurso que le dio un lugar en las filas de esta fuerza nacional de la que forma parte como músico militar desde el 1 de septiembre de 2015.
Radicado en Barreal, en la provincia de San Juan, desde 2019, comparte su experiencia e historia con la música que lo llevó por distintos destinos de nuestro país.
Sergio tiene 35 años y es papá de Alison (12) e Ian (8) junto a su esposa Elizabeth Reina. Nacido en Villa Santa Rosa, cursó sus estudios primarios en la escuela Presbítero José Gabriel Brochero, “conocido como El Fiscal” -añade- y el secundario en el IPEM Nº 327 “María Secundina López” siendo la cuarta promoción.
Con tan solo siete añitos ingresó a la Escuela de Música y Banda Infanto Juvenil Municipal, que en ese momento estaba bajo la dirección del Maestro Cánovas, mientras que Juan González (actual director) acompañaba y enseñaba. Era el año 1998.
“Ahí fue adquiriendo diferentes conocimientos musicales que fueron los cimientos para poder seguir en este camino. Inicié como todo niño queriendo aprender, conocer, siendo curioso por cada instrumento que sonaba en nuestra prestigiosa Banda”, recuerda con nostalgia.
Su primer instrumento fue “un pequeño tambor”, describe mientras agrega: “Hoy digo pequeño y en ese momento pesaba el doble que yo de seguro…” dice entre risas. Pero un día el profe Juan le mostró e hizo sonar una trompeta que lo enamoró inmediatamente: “Desde ese momento me dije que ese instrumento sería mío y se lo planteé al profe, empezando a trabajar un poquito más cada día en ese instrumento”.
Así fue creciendo y progresando en sus estudios. En el año 2010 intentó ingresar al Ejército Argentino como músico en la jerarquía de suboficial en comisión en el Regimiento de Granaderos a Caballo, pero no fue fácil, los primeros intentos fueron fallidos.
“En 2012 lo volví a intentar, era la última oportunidad para mí en el Regimiento I Patricios donde al fin quedé e ingresé como cabo músico en comisión”, relata. Lo que no sabía era que casi de manera inmediata, sólo 15 días habían pasado, cuando lo destinaron a la unidad del Liceo Militar General San Martín en Buenos Aires.
“Lo malo es que estaba lejos de mi familia. Mi hija en ese momento sólo tenía meses de haber nacido… A Alison, mi princesa, únicamente podía verla en licencias, feriados largos o autorizaciones especiales. Allí estuve cerca de tres años hasta que llegó una propuesta que cambiaría mi vida”, anticipa en su detallado relato.
Fue un compañero músico quien le comentó sobre las vacantes para profesionales en Gendarmería Nacional, algo que él -hasta ese momento- desconocía por completo hasta el punto de casi no creerle a su amigo. Pero fue averiguando, se postuló para la vacante de músico, concursó, aprobó y se ganó su lugar.
Entonces tuvo que renunciar a las filas del Ejército para incorporarse a Gendarmería. Fue el 1 de septiembre de 2015: “Lo que más me impulsó en ese momento fue mi familia, durante todo el período anterior había estado solo y no toleraba el paso del tiempo sin poder ver crecer a mi hija”, comparte.

Gendarmería fue para Sergio un nuevo comienzo, era algo totalmente diferente a lo que venía acostumbrado: “Me tocó iniciar bien de abajo, especializarme con la nueva Fuerza, realizar cursos de perfeccionamiento y funcionales, y seguir con la música”, cuenta.
Allí estuvo cuatro años en la jerarquía de gendarme de primera, pasando por distintos servicios de bandas en diferentes pueblos y ciudades de Córdoba, La Rioja, Salta; hasta que en 2019 ascendió a suboficial y a partir de entonces su nuevo destino fue Barreal, en San Juan.
“Es un lugar hermoso, turístico. Aquí comparto con gente muy buena, como en todos los otros destinos que me han tocado. Estoy aquí desde febrero de 2020, un poquito antes de la pandemia, y por suerte pude traer a mi familia antes de eso”, expresa.
Las anécdotas y recorridos son muchos a lo largo de los años, pero Sergio destaca lo ocurrido en febrero de 2021 cuando le tocó representar a Gendarmería Nacional en el cruce de los Andes, realizando el recorrido a caballo durante dos días de ida, hacer base cerca del límite con Chile durante cuatro días, para después regresar. “Fue algo inexplicable, algo que ninguna cámara puede captar”, dice en alusión a la experiencia vivida en un entorno inigualable.

Desde 2023 continúa con capacitaciones en armonías, musicoterapia, máster en trompeta, y avanza en la Tecnicatura en Dirección de Orquestas y Coros Infantiles y Juveniles, una carrera universitaria que ya transita en su etapa final, a punto de recibir su título.
También pasó por varios conservatorios como Alfredo Luis Schiuma en Buenos Aires, y el Félix Garzón de Córdoba, donde cursó hasta tercer año del profesorado.
Con toda una vida ligada a la música, Sergio reconoce que sus padres: Alberto Juárez y Laura Piccot, fueron quienes lo impulsaron a ingresar a la Escuela de Música. “Hoy les agradezco inmensamente por haber insistido para que fuese a la Banda Infanto Juvenil. Siento orgullo de llevar mi apellido por todo el país y que sea recordado por la gente que me conozca”, sostiene.
Sobre su día a día, reconoce que la vida de músico militar “es una buena vida, tiene sus pro y sus contras, como todo militar se cumplen funciones como guardias, custodias, comisiones, recargos de servicios a veces, pero lo genial es que te pagan por algo que te gusta y sabés hacer y además si aprovechás tus tiempos, podés perfeccionarte o -como muchos hacen- salir a tocar a bandas de cuarteto, cumbia, jazz, ska, folclore, etc”, asegura.

Instalado en un lugar que siente como propio y con el recuerdo siempre presente de su tierra natal a la que regresa en cada licencia, agradece a su familia por el acompañamiento incondicional mientras entre sus metas prioriza poder terminar su carrera universitaria “y esperar a que el destino disponga mi futuro”, dice feliz al repasar su vida con la música.