
La polémica por los gastos exorbitantes de la gestión Llaryora y la interna justicialista
A raíz del festejo de cumpleaños de Ulises, más gastos millonarios salieron a la luz. ¿Casualidad o bajada de línea?
El “desmanejo” de los fondos públicos vuelve a ocupar todas las portadas después de que se conocieran documentos oficiales con cifras millonarias erogadas por el Gobierno Municipal de la ciudad de Córdoba: el frustrado cumpleaños de Ulises, la refacción de la oficina de Llaryora, la bicicleteada, y vaya a saber cuántas cosas más restan por descubrir.
Luego de que el intendente capitalino se declare el próximo candidato a gobernador en los comicios de 2023, conforme Juntas Promotoras en los distintos rincones del territorio provincial alistando a intendentes para que apoyen la causa, y “embandere” las rutas provinciales con pasacalles con el texto “Llaryora 2023”, no resulta tan llamativo que todo salga a la luz.
El escándalo por los gastos del intendente capitalino dejó en evidencia cómo -en muchos casos- los funcionarios confunden lo público con lo propio, y sobrepasan la institucionalidad de cuerpos de control para contratar por decreto, y vaya si sabremos de eso los rioprimerenses…
En medio de una de las mayores crisis económicas y con una inflación que se estima en el 70 por ciento, con un invierno que desnuda las más crudas realidades donde ya son siete los incendios registrados en los últimos dos meses en la ciudad de Córdoba con nueve víctimas fatales; los administradores temporales de los recursos públicos siguen mirando para otro lado: pan y circo mientras la gente se muere de frío y hambre.
Y más allá de la lectura social que pueda darse a lo ocurrido, no escapa la feroz interna partidaria que afronta el peronismo cordobés.
De pronto, el intendente Llaryora viajó a Estados Unidos y no se encuentra en la ciudad para explicar el polémico festejo de cumpleaños de Ulises que finalmente se suspendió por la presión de la ciudadanía; Miguel Siciliano, secretario de Gobierno, desapareció de los medios cuando días antes se mostraba promocionando el evento junto al artista en diferentes programas de televisión; y ¿a quién mandaron a dar la cara? A alguien que debe tener las horas contadas dentro de la gestión: Pablo Bianco, director general de Turismo, quien servirá de conejillo de indias para tratar de calmar la situación.
Habrá que ver cómo hace el secretario de Gobierno para mantenerse en el gabinete municipal. Lo cierto es que sus ambiciosas aspiraciones a ocupar la intendencia municipal, quedaron sepultadas tras el escándalo, por lo que deberá cambiar de estrategia y reducir a cero su exposición mediática.
Pero como en todo escándalo, algunos salen mal parados y para otros es la oportunidad de repuntar. Tal es el caso del vice intendente Daniel Passerini quien comenzó a tener un perfil más alto, mayor protagonismo y sin dudas, será uno de los beneficiados tras la exposición de los fastuosos gastos municipales.
Y no menor es la alegría de la esposa del gobernador: Alejandra Vigo, quien también añora la intendencia de Córdoba, y ve una posibilidad ahora que Siciliano deberá mantenerse al margen.
Lo cierto es que todo lo ocurrido no es casualidad. Con el manejo de los medios de comunicación que tiene el justicialismo, sería casi infantil pensar en que algo se les pudo haber escapado de las manos. Las filtraciones de los gastos de Llaryora le sirven a la cúpula del partido para “poner en su lugar” al sanfrancisqueño que ya se sentía el sucesor indiscutido de Schiaretti y el líder máximo del peronismo cordobés.
Por eso no es ilógico pensar que la mano del propio gobernador está detrás de todo el escándalo, pero eso se irá viendo con el transcurrir de los días.
Mientras tanto no se debiera perder el foco de lo que más importa a los cordobeses: el desmanejo de los fondos públicos.
*Por Marisa Macagno